jueves, 25 de agosto de 2011

Colombia: Violencia estructural y Guerrillas renovadas




Se trata de exponer una visión de la guerrilla colombiana a la luz de la carta que el historiador Medófilo Medina le escribe al actual comandante de las FARC. Esta carta se nos presenta como una acción política que apunta hacía el establecimiento de un espacio comunicativo donde las dos caras de la violencia política puedan dialogar, condición necesaria para construir el camino de la paz.

Antes de centrarnos en algunos contenidos de la carta así como sus posibles implicaciones políticas considero útil enfocar el tema del conflicto desde una perspectiva muy concreta. Ambas partes son reconocidos actores políticos y así deben ser valorados a la hora de establecer un diálogo, a la misma altura. Es necesario ampliar un poco la mirada de aquellos análisis que mediante la fórmula “terrorismo” reducen una compleja realidad histórica mediante la constante deslegitimación del oponente al dueño del estado, con lo que luchan contra una realidad compleja con los mismos cañones que se pretenden silenciar. Quede claro que el camino hacia la paz no puede basarse en la derrota militar del oponente. El diálogo y la negociación política se presentan como la herramienta más eficaz para este tipo de situaciones. Aunque, refiriéndome al conflicto vasco en este caso, el mantenimiento del conflicto armada sea más conveniente para la supervivencia de políticas anticuadas y basadas en la ideologización del ciudadano mediante el miedo. Se trata de otra de las maneras de alienar o matar el espíritu crítico de la democracia.

En primer lugar podemos establecer que la actual situación de violencia que vive en Colombia no es algo nuevo, es más, se remonta en las primeras décadas del siglo XX, cuando las tensiones entre liberales y conservadores normalizaron a la violencia como un elemento más de la cultura política Colombiana. De ahí al surgimiento de las guerrillas comunistas pasa medio siglo. En 1949 ven la luz las FARC como una acción política que responde a unas realidades históricas muy concretas. De lo que se trata es de poner el acento en el hecho de que la violencia política que en la actualidad sufre Colombia es el resultado de unas realidades históricas que van más allá de las aspiraciones políticas de un grupo social u otro. Sino más bien está relacionada con el modelo de estado nación que se ha venido forjando y a elementos de injerencia imperialista, entre otros factores.

“…descubrimos que el fenómeno de la guerrilla no se explica por sí solo y tiene que ver con el propio desarrollo histórico de América Latina y de Colombia que están ligados a la construcción de la idea de Nación y de Estado, el cual en Colombia posee un origen formado en la violencia, en la exclusión y en la debilidad del estado.”

Más allá de las condiciones estructurales que fomentan el fenómeno de la guerrilla también considero oportuno repensar el término de “guerrilla comunista” o “guerrilla marxista”. Aunque en sus orígenes, su componente marxista y su praxis revolucionaria eran las notas distintivas de la guerrilla, no solo en Colombia si no en toda América Latina, no podemos decir que en la actualidad se mantiene el mismo carácter ideologizador que antaño. Más bien la guerrilla comienza a acumular base social y simpatía mediante su proyección como una opción de gobierno estatal válida.

“El primer cambio sustancial de las FARC ha sido su abandono de la ortodoxia marxista-leninista y sus sustitución por un envoltorio ideológico mucho menos rígido, etiquetado como bolivariano (…) Esta mutación desde una acción político militar de finalidad ideológica hacia otra en la que se presenta como un “gestor público alternativo ha sido decisiva para garantizar la supervivencia de las FARC como organización”

Las raíces de las FARC no solo se remontan en el tiempo si no que ya forman parte del imaginario político de una parte del pueblo Colombiano donde éstas se presentan como el verdadero poder que les rige, se trata de un poder para estatal más que consolidado cuya etiqueta de terroristas se le queda pequeña además de no aportar nada más al debate. Sin duda que han sido terroristas, pero el análisis realista del conflicto no ve en el terrorismo más que una modalidad de lucha armada más.

Valga decir que en la actualidad la praxis política armada carece de legitimación pero solo en estados fuertes donde el monopolio de la fuerza se ha consolidado en la cultura política. En Colombia sucede que este monopolio de la fuerza no ha existido en el imaginario real de los ciudadanos desde hace mucho tiempo, mucho mucho. La pregunta que debe hacerse la izquierda se encamina hacía la crítica de la violencia como método de lucha. Más cuando en países vecinos se han vivido situaciones electorales que han traído gobiernos progresistas sin la necesidad de enarbolar la violencia en la praxis política.

En este marco es donde podemos ver el contenido de la carta del historiador al comandante de la FARC, carta donde además de utilizar algunos recursos para desmereces el actuar de la guerrilla, en general, se abre un debate acerca de la memoria histórica que nos ha llevado a una situación en la que no podemos más que reconocer la urgencia y necesidad de finalizar el conflicto.

Esta carta es de vital circunstancia ya que surge en un momento muy concreto y de mucha presión militar hacia las FARC. De esta manera se abre un debate público muy necesario y que como resultado mínimo tendrá el dibujo de un espectro de actores reconocidos o no dentro del ajedrez que se jugará en los siguientes movimientos del conflicto.

Sin entrar en el contenido concreto histórico si que quiero recoger una cita con la que el historiador cierra la carta y hace hincapié en la necesidad de atacar a las causas estructurales que están detrás de este conflicto.

“A nuestro entender, el conflicto puede tener salida atacando las causas objetivas, mediante la realización de reformas políticas, económicas y sociales, que permitan mejoras las condiciones de vida y de trabajo de la población colombiana

Se trata de ver que el conflicto desde una óptica materialista y luchar contra las condiciones que sustentan la violencia estructural , así la pobreza, la desigualdad deben centrar nuestra atención pero en el caso colombiano hay un factor de producción que debe ser estudiado y situado en el debate político con total naturalidad y realismo.

El narcotráfico es la principal herramienta de financiación del grupo revolucionario y de alguna mafia que otra cercana a los poderes estatales. Hasta que no se vea en este negocio al principal enemigo de la ciudadanía y la justicia social no se podrá caminar en un conflicto que a veces se reduce a la distribución territorial de protectorados y áreas de cultivo de coca.




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1- Cazor, Yulyana. Burgoa, Loreto. Orellana, Alejandro. “Bases históricas de las guerrillas en Colombia” en Archivo Chile. Centro Estudios “Miguel Henriquez”
2- D. Ortiz, Román. “Guerilla y narcotráfico en Colombia” en “Cuadernos de la guardia civil” Revista de seguridad pública. Núm. XXII Año 2000.
3- Asocición Campesina del Valle del río Cimitarra. Encuentro nacional de comunidades afrodescendientes e indígenas por la tierra y la paz en Colombia “El diálogo es la ruta” en Carta Medófilo Medina al actual comandante de las FARC




viernes, 19 de agosto de 2011

Pensamiento Crítico: bebiendo de los Clásicos


Revisaremos los diversos autores y sus conceptualizaciones con el objetivo de dibujar un recorrido teórico que muestre las diferentes relaciones entre los diversos pensamientos que tratamos a continuación.

Acudiremos a los textos referidos para apoyar nuestra exposición que nos llevará a ver la propuesta de racionalidad comunicativa desde una visión crítica que hará hincapié en la escasa carga material de la propuesta de Habermars. Propuesta que desde la óptica del poder no potencia el elemento práctico en la acción política. Recuperaremos aquí aportes sobre la dialéctica reforma-revolución.

Pero para ello deberemos ver que elementos en común y que diferencias tiene con sus orígenes teóricos, desde el elemento crítico de Kant hasta el de la escuela de Frankfurt, pasando por la dialéctica Hegeliana, el materialismo de Feuerbach y el de Marx.

Podremos esbozar un caudal conceptual que nos lleve desde la razón ilustrada a la comunicativa pasando por la práctica y emancipadora. Paradigmas de racionalidad diferentes y compendios teóricos que dialogan entre si y que forman parte de la base filosófica del pensamiento crítico actual. Pensamiento que, desde ese pasado, debe afrontar un presente donde el postmodernismo ya se nombra por doquier y donde los principios materiales de la política comienzan a mostrarse destruidos por los valores ideales de la propuesta liberal que el capitalismo de Occidente ha hecho imperar por el globo.

Para comprender el colchón epistemológico del pensamiento crítico postmoderno que la escuela de Frankfurt nos ha proporcionado podemos remontarnos a su nexo con el pensamiento marxista que categorizaba el análisis social bajo la división del trabajo y conceptualizaba en torno a la alienación o la lucha de clases. Estos elementos aún vivos que ya encontramos en Marx forman parte de la principal herencia que el alemán nos ha dejado; el énfasis en el análisis de las condiciones materiales de la existencia, el materialismo histórico.

Este énfasis está detrás del análisis que ve como existe un esfuerzo de las clases dominantes en perpetuar las bases del sistema mediante la ideologización necesaria para que el mismo mantenga la división del trabajo y la propiedad de los medios de producción. Así es como la industria cultural aliena al trabajador.

La propuesta de racionalidad crítica de Frankurt se mantiene viva en la actualidad como paradigma análitico y parece que dialoga y se relaciona con otro paradigma, más normativo que analítico, en el que ya entraremos más adelante, la racionalidad comunicativa.

Ahora viraremos hacia el pasado para contextualizar el pensamiento marxista de manera que comprendamos mejor su aporte al pensamiento crítico actual y podamos renovar su lectura con los aportes que la ciencia social y política actual está produciendo. Sobre todo con el resurgir de la economía social frente a la crisis del neoliberalismo y con las propuestas que el socialismo del siglo XXI va introduciendo en la democracia material y en el lenguaje legitimador del sistema.

Marx bebió de una corriente de pensamiento, la occidental. Así como leemos su crítica dura al idealismo alemán con su fundamentalismo materialista podemos encontrar idéntica lógica dialéctica en ambos autores, Marx y Hegel.

Así como este materialismo es compartido con Feuerbach, Marx no duda en atacar su espíritu contemplativo, proponiendo la praxis emancipadora como desembocadura del análisis científico de las condiciones de vida material.

El elemento revolucionario del pensamiento Marxista se diluye en Frankfurt y parece que se recicla si hacemos una lectura radical del modelo de participación política que propone Habermars. ¿La revolución del lenguaje?

Después del recorrido nos queda preguntarnos qué puede juega en análisis del poder al debate. Podemos desarrollar la ortodoxa visión crítica del capitalismo bajo las categorizaciones económicas propias del marxismo pero si queremos mantenernos en esta ortodoxia nos veremos obligados a proponer una praxis social revolucionaria, aquí quizás es donde la propuesta comunicativa rompe con la raíz marxista del pensamiento crítico.

La lucha comunicativa y el modelo democrático deliberativo sin duda que mueven poderes y conlleva cambios en las condiciones materiales de vida, incluso Marx ve en el lenguaje un elemento esencial de la acción política del hombre, pero no rompe con la base del capitalismo, la propiedad privada y la división del trabajo. Puede ser un camino, pero la realidad global exige una justicia social que está muy lejos de presentar niveles cercanos a la dignidad. Si bien, el profesor deja constancia del contenido emancipador que tiene el modelo de Habermars .

Quizás el modelo comunicativo haya diluido mucho la praxis marxista, a no ser que el lenguaje sea un medio para realizar la revolución. Sea como fuere, se deja constancia de la necesidad de articular ambas lógicas de lucha , relación que el mismo profesor reconoce a la hora de situar a la ciencia social crítica en su lugar .

Desde el pensamiento político se puede aportar respondiendo acerca del actual mayor aglutinador de poder: el estado. Este poder se muestra durísimo cuando el monopolio de la fuerza persigue intereses individuales y no comunitarios. Represión Chilena del último mes, guerrillas enquistadas en países donde el narcotráfico se ha introducido en el estado o el brutal feudalismo mantenido en algunas regiones de África.

Podemos pensar y repensar el constitucionalismo, revivir el poder constituyente necesario para poner en práctica lo que el análisis crítico denuncia, la existencia de condiciones de explotación que impiden la vida digna. Hay propuestas con un alto tono comunitarista revitalizando el socialismo y los valores alternativos a los impuestos por el capital. La lucha por el poder debe ser parte del pensamiento crítico y sin duda que los discursos legitimadores basados en bienes de la comunidad parecen estar aflorando como bases ideológicas de la nuevas victorias políticas de la izquierda. La defensa del agua, el petróleo o la naturaleza, así como el acceso a tierras cultivadas u ocupadas se presentan como el lado material de las luchas emprendidas por América Latina en nombre del SUMAK KAWSAY, PACHA MAMA, COMUNIDADES ORIGINARIAS. El lado ideal de la política.

Podemos pensar y repensar el estado, para que deje de ser la máscara vacía que el neoliberalismo ha ido diseñando para garantizar el status quo interclase y comience a presentar estructuras más democráticas, con espacios de participación real en la decisión política, con presencia y contenido político en sus acciones y sobre todo, un estado incluyente, donde las condiciones reales de existencia y las políticas sociales necesarias para la dignidad sean el horizonte.

Horizonte donde el crecimiento económico o el equilibrio presupuestario evoquen al sonido de un látigo en la espalda de un cantero egipcio.