miércoles, 13 de julio de 2011

¿Más oxigeno para el proceso Bolivariano?







A la hora de intuir posibles escenarios tras la recuperación de líder de la revolución Bolivariana del siglo XXI creo útil que pensemos en varios frentes.


En primer lugar en lo relativo a su liderazgo. A primera vista se puede intuir que éste saldrá reforzado por varias razones. En primer lugar, el vínculo afectivo que lo unía con su base popular se revitaliza tras un peligro superado. De sobra es sabido que el populismo es la base de la acumulación política del líder venezolano. Populismo muy criticado por la oposición, crítica que debe relativizarse, ya que el populismo como modo de discurso aglutinador de masas no deja de ser una modalidad de marketing electoral, otra cuestión es cómo se gestiona el poder. El carisma del presidente se ha reforzado y ante las nuevas elecciones que tendrán lugar el año que viene esta variable debe tenerse en cuenta, tanto si él es el candidato como si no.

Este último dilema seguro que se lo ha planteado ya, tanto Chávez como la cúpula del PSUV, y sea de la manera que sea, sin duda que el actual presidente seguirá ejerciendo un liderazgo fuerte en el gobierno de la república.


La pasada situación ha sido un aviso para un político-militar que posiblemente deje de mantener tanta presencia mediática, por lo que su método de liderazgo deberá necesariamente virar hacia un modelo de poder más compartido donde nuevas figuras irán apareciendo a la palestra pública como conductores del proceso bolivariano.


Al margen del liderazgo y sus ramificaciones populares, mediáticas o electorales podemos preguntarnos cómo se puede ver afectada la gestión política de la revolución. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que desde que en 2007 Chávez perdiera el referéndum y tras la fuerte crítica que recibió incluso desde la izquierda en las posteriores leyes habilitantes, podemos aventurarnos a afirmar que la definición del socialismo de Venezuela no está en manos exclusivas del presidente. Esto tiene consecuencias acerca de la definición de la propiedad, del modo de intervención y control estatal de la economía, de la gestión de las políticas sociales y como no, de la proyección de la actuación internacional del que ha venido a situarse como el principal defensor del socialismo en el siglo XXI.


Si estas áreas de poder no son monopolio del presidente podemos afirmar que la enfermedad sufrida recientemente no hará sino reforzar el peso de decisores que no son Chávez. Vamos que no cambiará mucho. Esto tiene el riesgo de hacer seguir la inercia que viene dándose en relación al elitismo y burocratización del estado. Ahí tiene un papel fundamental el PSUV si es que quiere jugar el rol que se le pide al partido llamado a liderar la revolución.


Menos cambios se vislumbran en materia económica donde el petróleo seguirá siendo el patrón de desarrollo del país. Patrón que muchos economistas vienen criticando desde hace años alegando que es necesaria la diversificación productiva, más cuando existen fuerzas económicas opositoras al régimen actual que no dudarían en arrimar el hombro al proceso si recibieran ciertos empujes estatales.


La apuesta internacional no dejará de ser PETROCARIBE, el ALBA y el BANCO del SUR, entramado institucional que se presenta como la alternativa a la ofensiva neoliberal Yankee y Europea en muchos países del continente. Sin duda que la figura de Chávez a nivel internacional había cobrado mucho peso como símbolo, por lo que si la enfermedad no le permite seguir jugando el papel de “rojo con poder” en las arenas mundiales si podemos pensar que algo habrá logrado el cáncer del presidente.


En este sentido quizás sea más ilustrador preguntarnos sobre al actualidad de las políticas imperiales en América Latina a la luz de la fuerte crisis financiera, la necesidad de nuevos mercados reales, petróleo y ante el nuevo escenario que algunos se afanan en denominar pos-neoliberal.

En general considero que no muchos cambios de fondo en el proceso Bolivariano traerá la situación actual. Sin embargo si pienso que estamos frente a un momento idóneo para hacer frente a las múltiples líneas de crítica que existen para que el proceso triunfe, líneas que apuntan hacía la sostenibilidad y fortalecimiento de las políticas sociales actuales, la definición del socialismo Venezolano, la dependencia productiva del crudo y el excesivo liderazgo presidencial en la vida política.


La enfermedad de Chávez puede representar una oportunidad de oxigenación de la Revolución Bolivariana. Como anunciaba una escuela médica clásica, todo trauma requiere una apertura para su superación.



Esa apertura puede fortalecer la lucha por la justicia social.

















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