jueves, 22 de septiembre de 2011

Habermars: Vanguardia Crítica del Modernismo




Centraremos el inicio en la visualización del texto "Ciencia y técnica como ideología" como el prisma fundamental que visualiza el entramado de intereses que existen detrás del modelo positivista y de acción racional de la modernidad que el autor critica. Desde este punto de vista es que el autor pretende comenzar a asentar las bases de lo que, desde su punto de vista, representa una nueva lógica tanto de pensamiento como de acción política.
Por un lado revitaliza el espíritu crítico al proponer un análisis material del pensamiento político y del mundo de la vida y, por el otro reinventa la acción, no en base a fines, sino más bien en base a criterios comunicativos que permitan un desarrollo democrático de la acción política. Incluso propone un modelo normativo que valide las propuestas comunicativas de cada actor político.

Sin duda que en la globalidad, el colchón ideal y material que la racionalidad comunicativa proporciona a la lucha por la justica social permite una revitalización democrática, revitalización más que necesaria tras el sufrimiento que el modelo liberal-representativo a puesto en manos de los intereses hegemónicos desde hace más de dos siglos.

Ahora bien, hay dos líneas por las que podemos entrar a discusión con el modelo de Habermars. El primero de ellos nos remite a la realidad de la acción política. En varios pasajes de los textos estudiados se puede entender que la lucha social actual debe encaminarnos hacia la apertura de nuevos espacios comunicativos donde las propuestas de justicia social puedan contraponerse a la visión hegemónica del poder. Ahora bien, esta línea de trabajo puede llevarnos hacía la más que conocida máxima política que encontramos en muchos de nuestros países "Ustedes hablen, hablen que nosotros decidimos". Desde este punto de vista el modelo deliberativo puede caer en una actitud contemplativa de las relaciones opresoras. Somos conscientes, aun así, que el fuerte habermarsiano es justamente plantear una lógica de actuación por lo que no podemos acusarle de desincentivar a la acción política real, la lucha por el poder. Quizás esta divergencia nos lleve a presentar a la democracia deliberativa en una categoría distinta a la real, ya que la lucha por esta última puede darse en el marco de la primera.

Esta línea de discusión nos lleva al segundo y viene de la mano de quienes ven en Habermars un continuador más de la tradición moderna. Crítico pero moderno. Así los pensadores postmodernistas comienzan a ver la necesidad de construir una realidad política desde cero. Abren el paso a la imaginación social a la hora de pensar cuestiones tan fundamentales como el estado o la democracia. Esta corriente que tanto se respira en Boaventura da Sousa Santos, plante la necesidad de reinventar el estado y la democracia y crítica fuertemente al modelo de pensamiento moderno, del que Habermars no se escapa. No olvidemos que Habermas analiza y piensa la sociedad desde un modelo capitalista avanzado donde el bienestar ha sido proporcionado por el estado pero con el permiso del capital. Si el punto de partida de nuestro análisis es la periferia y no el centro del sistema el proyecto moderno pierde validez, más cuando todo el acervo de pensamiento social sigue manteniendo el status quo.

Habermars sigue siendo actual, propone una acción política más que válida y que muchos seguimos a la hora de trabajar desde el movimiento social, más en países donde el debate democrático carece de base real. Países donde el concepto de ciudadanía apenas tiene calado en el imaginario de una sociedad cuyos derechos no existen tal y como están redactados en sus constituciones. Países donde el estado es débil y no llega a todo su territorio.

Desde esta óptica y siguiendo al modelo habermarsiano, nuestra acción política debe ir encaminada hacía la lucha por el poder, y rompiendo con el modelo clásico-moderno del partidismo podemos proponer una reforma estatal donde el entramado institucional abra la decisión política a la ciudadanía. Si el camino es la descentralización o la apertura de los centro de poder a los movimientos sociales, son dudas que el propio proceso deliberativo nos ira mostrando.

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